A mi amigo le gustaba huir al prado y acostarse a ver las estrellas.
A mi amigo le gustaba escuchar música mientras daba de comer a sus pájaros.
A mi amigo le gustaba tocar el piano mientras veía su boca con labial sonreírle encantada.
A mi amigo lo frustraba el desamor, le hacía llorar desconsoladamente.
Mi amigo era mi alegría de todas las mañanas, al abrir los ojos y antes de salir de mi cuarto.
Nuestra amistad terminó bruscamente el día en el que el espejo se tambaleó y se hizo añicos contra el piso.
Agarré uno de los pedazos y aún pude ver su ojo, bañado en lágrimas.
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