Para conquistarlo, le dijo él una vez:
"Somos esa pausa entre rayo y trueno".
Cuando todo comenzaba, así era. Solía quererlo muy intensamente.
Se atrevió y le comentó:
"Somos esa pausa entre orgasmo y el Te Amo".
Tal vez apresurado. Dejado llevar por esa pasión. Luego, todo cambió.
Cambió la primera frase sutilmente:
"Somos esa pausa entre trueno y lluvia".
Mismo nivel poético. Diferente carga de pensamiento. Ya no es la espera de algo emocionante sino la antesala a la melancolía.
Inevitablemente, para suavizarlo le dijo:
"Somos esa pausa entre tormenta y calma".
Insinuó un pronto final con:
"Somos esa pausa entre suspiro y lágrima".
Algo tranquilo, un leve sentimiento de extrañeza. Algo de nostalgia sin llegar a la tristeza.
La última vez le dijo:
"En fin, somos una pausa. Una pausa nada más. Una historia que no anda, que no corre y no va hacia atrás. Un amor pausado."
Ellos entendieron; cosas diferentes, pero entendieron.
Ningún corazón se rompió.
El manual del desamor es algo sutil.
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